Hola amigos, hace unos días escribí en el foro que iba a recibir el año nuevo en la Puerta del Sol de Madrid, bueno, pues hoy escribo para contaros mi experiencia de los acontecimientos vividos en esos momentos tan señalados.
Bien, pues eso, que por asuntos familiares me encontraba con mi familia en Madrid y se nos ocurrió que sería buena idea ir a tomar las uvas a la Puerta del Sol. Tantos años viendo esa imagen de los cuartos y las campanadas por la televisión que nos pareció que valía la pena desafiar al frío y acercarnos a la Puerta del Sol.
Hicimos todos los preparativos para estar temprano en la Plaza; cenamos temprano, hicimos los paquetitos con las uvas, nos vestimos con nuestras mejores galas y salimos para allá.
A las 11 h. en punto de la noche salimos del metro de Callao, distante unos 300-400 m. de la Puerta del Sol y nos encaminamos con paso alegre hacia la Plaza. Mi hijo dijo que era mejor que fuéramos por la calle del Carmen, que estaba mas despejada que la paralela de Preciados y convinimos en que era una buena idea.
El problema surgió en cuanto estábamos a apenas 50 m. de la Plaza porque en esos momentos dividían a la gente que quería entrar hacia dos pasillos laterales de unos 2,50 m. de ancho pegados a las fachadas de la calle del Carmen, y la parte central de dicha calle estaba ocupada por los camiones de las televisiones que iban a retransmitir el evento, protegidos estos por unas vallas metálicas. Por lo tanto se produjo en el final de la calle del Carmen un gran tapón que avanzaba a razón de 1 metro cada 10 minutos.
A eso de las 11,30 h. estábamos a unos 25 metros de entrar en la Puerta del Sol y nos las prometíamos muy felices porque entre lo que empezaban a empujar los de atrás y la gente que veíamos que empezaba a venir de frente, saliendo de la plaza y con unos gestos en la cara muy raros, como entre agobiados o como si les faltara aire, no sé, yo no entendía por qué se iban justo en aquellos momentos. Mi mayor preocupación era que hubiera un hueco entre la persona que llevaba delante y las uvas que estaban en el bolsillo de mi chaquetón, no fuera a ser que se me espachurraran.
Lo que pasó entre las 11,30 y las 11,45 h. es ya una historia de terror. Lo sucedido es bien sencillo de explicar: en la Puerta del Sol no cabía mas gente y la gente que venía por las calles que desembocan en dicha plaza no entendían este sencillo concepto. Los empujones discretos que hubo hasta esos momentos se convirtieron en empujones descarados, pisotones, codazos, alguien que estaba a tu lado de repente estaba delante de ti y moviendo violentamente los brazos para colocarse como 50 cm. mas adelante. Hacía rato que tanto yo como mi mujer y mis hijos habíamos perdido la verticalidad para movernos ladeados sin ningún control empujados por la muchedumbre.
El caso es que en un determinado momento nos encontramos apretados contra las vallas y con la cara fuertemente contraída. Nos miramos mi mujer y yo y convinimos que aquella situación se había convertido en extremadamente peligrosa. Decidimos que le dieran mucho a las uvas y que había que salir de allí como fuera. El problema es que para adelante no podíamos ir y para atrás menos, por lo tanto solo había dos soluciones: o salíamos volando hacia arriba o salíamos por un hueco lateral. Como lo primero es físicamente imposible por nuestra condición humana optamos por la segunda solución.
Justamente a nuestra izquierda, detrás de las vallas había un hueco de unos 80 cm. entre las cabinas de dos camiones. Con gran esfuerzo debido a lo limitado de nuestros movimientos y de que allí estaba un guardia de seguridad empeñado en que no saltáramos conseguimos pasar de un lado al otro de la valla. En escasos segundos, en ese hueco donde antes solo estaba el de seguridad nos encontramos nueve personas. Dos de esas personas eran dos chicas italianas, una presa de un ataque de nervios y la otra literalmente desmayada, atendidas por los que debían ser sus novios o lo que fueran, ya a mi me parecía raro que al tiempo que con una mano intentaban atenderlas con la otra mano no soltaban sendos vasos de plástico que contenían lo que parecía ser champán.
Continúa en 2ª parte